OTRA DE DRIZZT

lunes, 12 de enero de 2009

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Finiquitado el segundo libro de la trilogía del Elfo Oscuro más famoso de Menzoberranzán, y yo diría que de todos los Reinos Olvidados. El comentario mantiene lo dicho hasta la fecha sobre el primero de los libros. Como mi perro favorito (el pastor alemán): no destaca en nada pero es bueno en casi todo. O como mínimo aceptable.
Entre medias se ha metido la vena política y me he leido el libro del que fué presidente de la Junta de Extremadura, J.C. Rodríguez Ibarra. Bueno, no haré comentarios políticos porque este no es el sitio pero digamos que tenía una cierta curiosidad por ver qué podía contarme el compañero Ibarra en su libro. Las autobiografías no me gustan nada, si encima son de políticos (o de algun juez con ínfulas mediáticas, que los ha habido y presumo que los seguirá habiendo) el entusiasmo decae a niveles insospechados. Pero no dejo de reconocer que si esos políticos han ejercido funciones de particular importancia para el entramado social de nuestro país, pues la cosa puede llegar a ofrecer una perspectiva distinta de las cosas que pasaron. Puede. Así ocurrió con algún libro que leí de los ex-presidentes Suárez y Calvo-Sotelo (lo intenté con Aznar, lo juro, pero no pude, me superó). Bueno, pues liquidado el libro y objetivo semi-cumplido. Los comentarios de libros políticos para otro blog.
Volvamos a lo nuestro.
Me queda el tercer y último libro de la trilogía, pero dada mi natural tendencia a la improvisación y a los cambios de rumbos, ahora el cuerpo me pide que deje por un tiempo la fantasía. ¿Qué leer? Stephenson tiene muchas papeletas. He catado el primer libro de su ciclo barroco y... que pequeña gran maravilla. Stephenson es el rey absoluto de mi biblioteca (bueno, uno de ellos, también está mi admiradísima Úrsula K. LeGuin).
Añadan que están por llegar dos libros muy esperados: "Orcos" de Stan Nicholls y "Shiké" de Robert Sea (por fín en edición de bolsillo, apta pues para mi lamentable economía). En fins, veremos. Al final me veo leyendo al Guerrero del Antifaz (O_O).

MENZOBERRANZAN

miércoles, 17 de diciembre de 2008

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La historia que precede en la entrada anterior es, como se titula, la de Kyllian. Mi guerrero drow en el mundo de "Lineage 2". ¿Y ahora a cuento de qué esa historia?. Empezemos por el principio y acabaremos antes.
Siempre me gustó la fantasía. Y ya puestos, la fantasía épica. Desde nuestra más tierna infancia hemos crecido en mi familia jugando (como muchos niños de antes de la "generación nintendo DS") a príncipes, héroes, paladines y princesas. Luego llegaron los librojuegos del magnífico duo Ian Livingstone-Steve Jackson que, además de demostrarnos que la lectura DEBE ser entretenida, nos enseñaron los principios elementalísimos del rol. Todo se fué sofisticando cada vez más (llegaron Gauntlet, Space Ace, Dragon´s Lair, el Spectrum y los Commodore, etc, etc.) pero el fondo de la taza seguía siendo el mismo, los posos de la fantasía continuaban alimentados por nuestra imaginería.
A mí, además, siempre me gustó escribir y el dibujo se me da razonablemente bien de modo que la idea de poder crear una historia solvente y atractiva es algo que siempre tuve rondando la cabeza. Pero la vida y sus obligaciones te imponen otras prioridades. Como le leí una vez a la gran socióloga Mafalda: lo urgente siempre quita tiempo a lo importante.
El caso es que hoy, con casi cuarenta primaveras en la chepa, tengo la misma ilusión y ganas que tenía cuando las primaveras eran doce o trece. Y en esas estoy: guionizando una historia que poco a poco, sin prisas (aunque con más pausas de las que me gustaría, eso sí) va perfilando un cómic que estoy decidido a concluir.
Ahí entra Kyllian y su mundo. Y entra también Don Roberto Antonio, más conocido por R.A. Salvatore, padre de mi musa y último descubrimiento: Drizzt Do´Urden.
Acabo de terminar "La Morada", primer libro de la trilogía del Elfo Oscuro y el idealista drow me ha capturado para siempre. Me pasa ahora lo mismo que me ocurrió cuando leí "En la estación Basilisco", primer libro de la serie de Honor Harrintong: vale que tiene sus topicazos, pues sí, pero cómo los he disfrutado. Prácticamente todo lo que dije entonces, mutatis mutandi, puede repetirse aquí.
No es Locke Lamora ni Geralt de Rivia, no tiene la madurez de la fantasía más espartana y ruda de Martin ni la maravillosa y delicada prosa de los Cuentos de Terramar, pero me ha encantado, lo he disfrutado como un niño con zapatos nuevos (o, adaptando los tiempos, con nintendo nueva). Son los Reinos Olvidados con toda su vena comercial (si es que en este maltratadísimo género se puede hablar de algo comercial) y aire de pantalones cortos y tirachinas pero, como digo, me ha gustado muchísimo. Lectura ligera, muy entretenida, muy bien llevada y bien terminada, personajes bien caracterizados y con un universo completamente nuevo para mi: la Antípoda Oscura y la raza de drows. En este caso además se da la circunstancia de que el joven Drizzt Do´Urden es la caracterización perfecta de Kyllian. Es que era leerlo y veía a mi Kyllian sufriendo las desventuras del drow de la soberbia, orgullosa e implacable Menzoberranzán.
En fin, una inspiración, una fuente más de la que manará creatividad y a la que sin duda recurriré a menudo. Alan McKenzie insistía en la importancia de las fuentes de inspiración como semilla de la creatividad; decía que éstas pueden ser muchas y variopintas. Digamos que a mi ésta se me ha presentado de improviso.
Ni lo duden: mañana mismo me pongo manos a la obra para conseguir los dos libros restantes de la trilogía: "El Exilio" y "El Refugio" y no descarto liquidar todo el material donde aparezca Drizzt Do´Urden/Kyllian. Ya les contaré, y por si no lo he dicho antes: léanlo, creo que les gustará también.

P.D. No puedo dejar de decir, aunque no es noticia en absoluto nueva, que los librojuegos de los que hablé se están reeditando por Timmun Mas en una de las mejores ideas que le recuerdo a una editorial de género. Incluye la serie "Lobo Solitario" y algunos de los mejores títulos de fantasía. No están todos pero... ¡bien por Timmun Mas!.

KYLLIAN

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Soñaba con él. A veces.
Ni siquiera era necesario estar dormido. En ocasiones, cuando las horas de vigilia se acumulaban y los límites entre la realidad y el reino de los sueños se convertía en una difusa sensación de irrealidad, me sorprendía el espanto breve de su voz imaginada. Sus gritos suplicantes, apenas ahogados entre borbotones de su propia sangre, se elevaban acusadores y se quedaban ahí, repiqueteando en mi cerebro durante instantes que siempre se me hicieron eternos.
Luego, tras el sobresalto, la realidad se imponía de nuevo dejándome sumido en la confusión absoluta, con un manto de temor e inquietud, un miedo frío y silencioso que me roía el alma y amenazaba mi cordura. Lenta e inexorablemente.
Mi vida es una lucha continua conmigo mismo. Una batalla cruenta que jamás terminará, la crónica de una búsqueda que ignoro si algún día llegará a buen fin. Anhelo la paz, sueño con el día que abandone para siempre el caminar inquieto por los senderos del reino de las pesadillas que me acosan. En ocasiones me ilumina la esperanza pero en el fondo, antes o después, me descubro nuevamente decepcionado, nuevamente hundido, con esa esperanza rota y enterrada por mis actos criminales, con la certeza de que mi destino no me deparará un final feliz.
Soy un guerrero renegado, un Oscuro que sólo se asomó a la vida a través del filo de su espada. Un asesino, un exterminador, un heraldo de la muerte. Un Caballero de Shillien.

Nacemos con el odio en la sangre, miembros de una raza marcada para siempre por la derrota y el exilio. Algunos de los nuestros reclamaron hace mucho tiempo el recurso a la parte oscura de la magia y se autoexiliaron a otras zonas del mundo. Solitarios, orgullosos e introvertidos, fuertes, preparados para sufrir, para odiar y para matar. Con esos mimbres nací y crecí aprendiendo las artes del combate mientras otros hermanos nos fascinaban con sus avances en las disciplinas de la magia que poco a poco aprendían a dominar.

Los tiempos de guerra terminaron, pero la vieja enemistad aún perdura. Nuestros reyes y príncipes han ido pactando paces que poco a poco han ido aplacando la ira y las luchas en nuestras relaciones con otras razas. Es posible que esos pactos convengan a nuestros destinos e intereses, es posible. Pero es igualmente cierto que nadie que haya ido a una guerra vuelve jamás igual que partió. Ningún rey, ningún príncipe, nadie, puede borrar con la firma de ningún pacto el recuerdo de los compañeros caídos en la batalla, la locura de los combates cuando el frenesí destructor sólo te deja margen para atacar salvajemente cualquier cosa que en medio del polvo, la suciedad y los gritos, se mueva cerca de ti. Ningún pacto te devolverá a tu hermano muerto o a tus padres asesinados. Ninguna paz te hará olvidar las fosas comunes, ni el pillaje de los malditos humanos, ni las venganzas soterradas, ni las traiciones más viles. Al diablo con nuestros reyes y príncipes. Las heridas de la guerra las llevaré siempre encima, en mi cuerpo y en mi alma, hasta el día que finalmente Shillien me reclame a su lado.

Cuando acabó la guerra volví, como muchos de mis antiguos compañeros, a las tierras familiares. Pero fue solo para encontrarme campos y propiedades arrasadas por la tiranía y la crueldad de los humanos, tierras devastadas que los malditos anegaron de sal para que nada floreciese de nuevo en ellas, los animales de pastoreo calcinados, quemados vivos, el hogar donde nací y crecí desvalijado por completo. Y sin rastro de mi familia.

Vagué durante años sin rumbo fijo, con el horizonte y la razón perdidos, sin esperanzas ni anhelos. Odiando, siempre odiando, a los humanos que nos humillaron como raza y que me privaron de todo, tierras, amigos y familia. Busqué sin denuedo y sin resultados cualquier rastro que me permitiera encontrar algún superviviente de entre los miembros de mi numerosa familia. Sobreviví alquilando mi brazo y mi espada a quien quisiera y pudiera pagar una justicia o una venganza que los nuevos tribunales del reino no le ofrecían. Hice muchos pequeños trabajos. Tantos que casi he matado más gente como mercenario en tiempos de paz que como soldado en guerra. Y así, huyendo a veces y buscando siempre, recorrí una gran parte de las tierras interiores del continente. Naturalmente, también se hacen poderosos enemigos en ese oficio. Y a veces, nuevos compañeros.

En todo ese vagar sin rumbo aprendí mucho. Con todo mi odio a cuestas, debo reconocer que, en ocasiones, compartí encargo con otros mercenarios… humanos. Fue un proceso lento, extraordinariamente lento, pero al cabo entendí que la guerra no distingue razas ni creencias, que en su vorágine de destrucción arrasa con todo lo que toca sea elfo, orco… o humano. No puedo decir que aprecie a la raza que nos venció en mala lid, pero sí que he visto el valor en los ojos de algunos guerreros humanos. Han sido pocos, pero alguno de ellos con los que por una u otra razón coincidí me enseñó que también en ellos, a veces, anida el honor, la nobleza y la hermandad en sus corazones. Como Xiobe, como Seires, o como Isgrimnur.

Mucho tiempo ha pasado desde que conocí al poderoso Isgrimnur, y mucho le debo. Le he visto luchar codo con codo junto a orcos, defender a enanos asaltados en los inseguros caminos del norte del continente, ofrecer su fuerza para ayudar a otros compañeros sin pensar si son de una u otra raza o profesión, instruir a guerreros menos fuertes o incluso ceder armas a otros desamparados sin pedir nada a cambio. Pero por encima de todo, a él le debo que hoy la vida me resulte menos dolorosa, que el incierto futuro no se me nuble del negro completo que durante tantos años me apesadumbró el ánimo y la esperanza. A ese humano le debo el haber recuperado a mi hermana, Balveda, y con ella la ilusión de una vida juntos por delante.

Fue el quien me habló de su gremio, de un clan de luchadores hermanados que hacen de la ayuda y el respeto mutuo su bandera y su religión. Él me habló de Pilgrims, y de su legión de guerreros aprendices, Disciples.

Ahora a vosotros me encomiendo. Mi vida continuará siendo, como dije, la eterna lucha entre el Oscuro vengativo, cruel, heraldo de la muerte, y el elfo que quiero llegar a ser, sin odio, hermano de sus hermanos de armas, conocedor de la compasión y el perdón, protector de mi hermana y discípulo, algún día, de Pilgrims.

Mi nombre es Kyllian. Antheal Devuois Kyllian, ex-guerrero de los ejércitos élficos de su majestad y de la diosa Shillien, derrotado y exiliado de su tierra, huérfano de padre, madre y hermanos asesinados. Por toda familia tengo a mi hermana Balveda y por anhelo servir en Pilgrims, y , algún día, volver a la tierra que me vió nacer donde mis huesos y mis armas descansen para siempre cuando la diosa me reclame y por fin la paz me abrace.

REGALO DE REYES... EN NOVIEMBRE

lunes, 10 de noviembre de 2008

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Hoy me han alegrado la noche y con toda seguridad me iré a la cama (después de mi ratito rolero de cada noche) con una sorisa de oreja a oreja. Y qué bien, joder, porque ya es la segunda noche en muy poco tiempo que me llevo a la piltra una sincera sensación de bienestar: una con la victoria de Obama y otra hoy.
En su infinita, indigna e inmoral voracidad, los chichos de cierta asociación de infausta mención ya tiran contra todo. Literal oiga: contra todo. ¿Que canturrea usted una canción del rojete Victor Manuel? a pasar por caja. ¿Que se le ocurre a su hijo dibujar un cartel con acuarelas de la última película de Alejandro Amenábar? a pasar por caja. ¿Que se le ocurre a usted comprar una cámara de fotos para cuando vaya con la familia a la playa? a pasar por caja.
¡¡Como!! ¿Se niega usted a pasar por caja?, pero bueno ¿usted que se ha creido que es esto?.
Ah!, ¿que encima se permite usted el lujo de tener opinión propia? ¿QUE SE ATREVE A CRITICARNOS?. Se acabó: a la puta carcel. O bueno, mejor: a pagarnos la mejor indemnización posible y luego que Dios provea.
Estos tipos tan nutridos de ímprobos progresistas llenos de arte (se me ocurre el ejemplo del prolífico Ramoncín), en su desesperación fueron a por la revista "Quimera" por que entendieron que era delito opinar en su contra. Nueve mil euros nada menos le pedían por decir lo que se dice en ESTE artículo. Leed y juzgad.
Bueno pues al carajo con ellos. El juez les ha dejado con la ganas y ha absuelto a la revista. Bien, bien. Boquean.
En lo que a mi respecta, lo que pienso sobre esa extraña asociación, gestora, o sarta de piratas (elijan ustedes, que si lo digo yo igual también me empitonan) de métodos tan reprobables y carentes de ética supongo que puede intuirse con toda claridad, pero en el fondo hacen su trabajo. Defienden sus intereses y eso es algo legítimo. Indigno, injustificables, pero legítimo a fin de cuentas.
Lo que se lleva la palma es que un "Gobierno de España" (como les gusta llamarse) sustentado por el partido en el que milito y que se dice progresista sea el que con todo el descaro y la impunidad del mundo les de las alas más grande que inquisidor alguno pudiera imaginar. Entre otras cosas ahora por cojones todos, absolutamente todos, somos sujetos pasivos de un tributo que por primera vez en la historia de nuestro país y para mayor vergüeza del presidente y compañero J.L.R. Zapatero tiene una clarísima naturaleza finalista (para los que no sean técnicos ni expertos en Derecho Tributario, decirles que ningún tributo puede ser finalista, es decir, no pueden imponerse con una finalidad establecida de antemano), está establecido para la íntegra satisfacción de unos pocos y además da la vuelta torticeramente al principio constitucional de presunción de inocencia por el de presunción de culpabilidad.
Y todo con la estúpida excusa de la protección al arte y la creatividad.
Bueno, pues de momento... a calentar sillones chavales, que los de "Quimera" se os han escapado, y que cunda el ejemplo señorías, que cunda.

¿HURACÁN OBAMA?

viernes, 7 de noviembre de 2008

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Normalmente me la trae bastante al pairo lo que decidan para su país sus respectivos ciudadanos. En el caso de Estados Unidos la apatía suele ser involuntariamente mayor, entre otras cosas, porque ni vivo ni pretendo vivir en el mal llamado país de la libertad. Sin embargo, a estas alturas es una perogrullada constatar el tremendo impacto político-mediático que ha tenido la victoria del canditado Obama en las presidenciales yanquis.
Estados Unidos, por decirlo de la manera menos incorrecta politicamente hablando, no es un país que me de ninguna buena vibración, de la misma manera que tampoco tengo una imagen particularmente buena de un pueblo que ha elegido, por dos veces consecutivas, a un criminal como George W. Bush para dirigirles y representarles. Digamos que son personas que están ahí, que tienen una influencia mundial poderosa e innegable, pero que me caen lejíííísimo.
Es muy posible, lo reconozco, que la imagen que tengo de ellos esté estereotipada. Pues vale. También es muy posible que la realidad social de los Estados Unidos sea infinitamente más diversa que lo que ofrecen la televisión, internet o sus numerosas películas. Pero qué quieren que les diga. Son el país que pone y quita dictadores, inventa democracias que no lo son, secuestra y encarcela a personas porque sí, invade países en cualquier continente, embarga, somete y condena a pueblos vecinos a la miseria y el hambre... etc, etc.
De la misma forma que cuando estuve en Roma jamás me llegué a sentir extranjero, pisar suelo americano (estadounidense, mejor dicho) me lo imagino como una aventura arriesgada donde en cualquier momento aparecerá un poli implacable que sin preguntar (ni falta que le hace) me sacudirá de lo lindo y luego me encarcelará o vaya usted a saber qué, sin que yo pueda ni siquiera decir esta boca es mía. En fin, kafkiano que es uno.
O paranoico si prefieren ustedes, pero es que desde mi más tierna infancia mi padre me inculcó una pasión por los derechos civiles que se resiente y chirría cada vez que veo cómo sociedades avanzadas y civilizadas renuncian tan tranquilamente a ellos sólo porque un charlatán de feria les mete el miedo en el cuerpo y de repente ese miedo deviene en la excusa perfecta y repetitiva con la que poco a poco, sin ruido pero sin pausa, destrozan el fruto de miles y miles de sacrificios personales que hoy ya son historia.
No obstante hay que ser justos y si es cierto que EE.UU. es el país que pone y quita dictadores, inventa democracias que no lo son y todas las demás cosas que mencioné antes, también hay que decir que son un pueblo que han escrito su corta historia haciendo de la libertad religión. Por eso me apena que hoy sea el país que es. Bueno, o era, al menos hasta ayer.
Porque la victoria del futuro primer presidente negro de la histora de EE.UU. rompe muchos e importantes moldes.
El tiempo dirá, pero la victoria de Obama creo que reivindica un país digno y, quizás, un poquito mejor. Mejor para los estadounidenses en primer lugar, claro, pero también mejor para el resto del mundo sobre el que los EE.UU. tiene tantísima capacidad de influencia.
No soy un ingenuo y no espero alardes, a fin de cuentas el nuevo presidente sigue teniendo un imperio que administrar y esas cosas no se hacen a base de dar besos o repartir sonrisas, de modo que imagino que continuaremos viendo invasiones y alguna que otra guerra (Bill Clinton, desde luego, no se cortó mucho al respecto). Pero sí tengo la esperanza de que se reduzcan lo máximo posible y tengo también la esperanza de que el totalitarismo y el fascismo de presidente cesante ceda el paso a una época en la que los yanquis vuelvan a valorar la trascendental importancia de los derechos civiles por los que tanto lucharon sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos y no renuncien a ellos tan fácilmente.
La esperanza es hermosa, vaya que sí. Veremos qué ocurre pero la verdad es que hoy la bandera americana me da un poquito de menos miedo. Ojala mañana la encuentre incluso amable.
Mucha suerte yanquis.

¿MULDER O SÓCRATES?

miércoles, 5 de noviembre de 2008

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Terminé hace días la lectura de "Mysterium" y (otra vez) me veo en un pronóstico errado. No es ningún Expediente-X, al menos no tal y como los que somos (o fuimos, que hace tiempo que ya no se le ve rastro en ningún sitio) fans irredentos de esa buenísima serie entendemos los Expedientes-X.

"Mysterium" nos situa así, de entrada, con un pueblo entero (y hablamos de un pueblo norteamericano, que no son pocos los que tienen más habitantes que mi ciudad, Badajoz) sufriendo un fenómino extraordinario: su traslación física a otro lugar. Y no a otro lugar en una hipotética línea temporal (es decir, no se trata de un viaje en el tiempo), ni a otro lugar en el sentido físico y material de la palabra, no. En "Mysterium" el pueblo aparece en otro pais y otro mundo radicalmente distinto del que conocemos. Para que nos hagamos una idea facilona, se trataría de un viaje a otro lugar alternativo, a un Estados Unidos alternativo que no sólo no se llama igual sino que es producto de una evolución histórica "alternativa" que ha producido un país fuerte, que se encuentra en el principio del siglo XIX en guerra con España, donde la religión y la fe es dueña y señora del pensamiento colectivo (bueno, y del individual también). Y donde la palabra "libertad" lo más que viene a significar es que te dejen elegir a qué hora prefieres ir a misa. Porque a misa hay que ir ¿eh?.

Hay otros elementos accesorios más o menos interesantes como la religión que plantea su autor, Robert C. Wilson, y no porque se trate de una religión ultraortodoxa (que tampoco es que nos suene tan lejana aquí en España y con según qué sotana), sino por ser una religión no monoteísta, evolucionada desde las creencias de la Grecia antigua. Es decir, la plantea, la desarrolla y la justifica, dándole una razón de ser para con la que superarla como simple elemento recurrente y poder hacerla uno de los ejes centrales de la novela.

Con "Mysterium" pasa algo parecido (salvando las distancias, ojo) con lo que dije acerca de "El libro del día del juicio final". Me explico: las aventuras y desventuras de los personajes de la novela resultan interesantes y desde luego entretenidas, hacen que lata una contínua incógnita sobre qué va a ocurrir en las siguientes páginas y solo en el último tercio del libro uno puede comenzar a intuir acontecimientos. Pero no es eso. Al menos a mí me llamó poderosamente la atención el recurso a unos pasajes que no están en absoluto alejados de la filosofía pura y dura. Pero ojo que no es exageración ¿eh?: filosofía pura y dura. En mis tiempos (lejanos, pobre de mi) de bachillerato en el Instituto "Rodríguez Moñino" leí textos de filosofía que me dieron menos dolores de cabeza. Claro que por aquel entonces no era yo tan propenso a la reflexión como ahora pero en fin, ésa es otra historia. Por eso digo lo del parecido con "El libro..." porque, al menos en lo que a mi respecta, la historia y las vivencias y acontecimientos que genera son circunstanciales, son el envoltorio de un trasfondo de mucho más calado que poco a poco nos va desgranando RCW con esa exposición filosófica que he mencionado.

Hay además un pasaje dilapidario: en un momento del libro (esto NO es spoil), RCW nos situa en una conversación entre uno de los personajes y su tio, un brillantísimo científico, acerca de la ciencia, y hablan sobre los infinitos secretos del universo. En un momento dado el tío inquiere al sobrino a plantearse si no ha pensado nunca en las preguntas que jamás nos podremos hacer. Y lo que el tio teoriza sobre ese tipo de preguntas es digno de estudio. Breve pero soberbio. Y acojonante, ya puestos, porque es que es para leerlo y que se te pongan los pelos como escarpias de puro canguelo existencialista. Albert Camus probablemente se inquietaria leyéndolo. Y si lo llega a leer el pobre Rubén Darío cuando escribió Lo Fatal ya es que le da el síncope.

Y dos imágenes para acabar (por cierto SPOIL para ambas). Una de ellas compartida con mi amigo Tizarum: la de una mañana fría, nevada y desapacible, con la estampa de los cadáveres a medio congelar de los niños ejecutados por el inquisidor, colgados de las farolas que adornan el camino de entrada al instituto del pueblo. La otra, la de la explosión de la gasolinera y esos rostros extraños, deformados, demoníacos, que algunas personas del pueblo creyeron ver en las llamas (yo entre ellas) (Fin de SPOIL).

Hasta aquí la parte bonita. La parte mala es que, salvando los interesantísimos planteamientos filosóficos (bueno, más que interesantísimos, yo diría que sobresalientes), lo demás es relativamente previsible incluido, por supuesto, la evolución de la mayoría de los personajes (especialmente la de, cómo no, Demarch, ese gran tipo).

Y claro, ya he dicho muchas veces que para gustos los colores y lo que a mi me ha parecido un tratado inteligente e interesante de filosofía a otro puede parecerle un simple y llano tostón mañanero puesto solo para rellenar. Bueno, en ese caso habría que decir que, simplemente con la historia que cuenta, "Mysterium" es, pese a todo, y para concluir (que ya es tarde y tengo sueño) un libro claramente recomendable que merece la pena leer. Añádele el sofismo helénico, el existencialismo y todo lo que vino detrás y... bingo!

TO BE CONTINUED...

domingo, 12 de octubre de 2008

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Segunda visita a mi nuevo centro comercial favorito. Las víctimas ahora son:

  • "Pórtico", de Frederik Pohl
  • "Cronopaisaje", de Gregory Benford
  • "El juego de los Vor"
  • "Fronteras del infinito", ambos de L.M.Bujold


A 3 euritos cada uno, oiga. Ahhh, con que gusto se escriben a veces algunas cosas. Y mientras escribo, AC/DC me canta al oido "Hard as a Rock", en pleno conciertazo de Las Ventas, Madrid, 1996, casi ná.

Tizarum me "sugirió" que posteara el aviso del 2x1 de los gabachos en la página de la TerBad peroo... no, va a ser que no. Aquí queda dicho. Por mi parte, haré alguna que otra visitilla más a ver qué tal.